Press "Enter" to skip to content

Tailandia y Camboya: pólvora vieja, fronteras nuevas

Tailandia lanzó ataques aéreos contra Camboya. Sí, en pleno 2026, cuando el mundo esperaba autos voladores y acuerdos de paz holográficos, Bangkok decidió tirar otra moneda al aire y jugar a los bombarderos sobre una frontera que ya es experta en repetir su tragedia por capítulos.

El parte militar parecía escrito por un guionista cansado: un soldado muerto, cuatro heridos y la respuesta inmediata con aviones “para reprimir los ataques camboyanos”. Traducción libre: fuego cruzado, viejas rencillas y un liderazgo que prefiere los uniformes al diálogo.

Phnom Penh devolvió la pelota con velocidad olímpica: que fueron los tailandeses los que tiraron los primeros proyectiles, que golpearon templos centenarios, que dispararon hasta donde no había nadie… salvo turistas espirituales y aldeanos que ahora corren buscando refugio. Otra vez el drama de siempre: el templo de Tamone Thom convertido en caja de resonancia del desacuerdo eterno.

Mientras tanto, 35.000 personas en Tailandia fueron evacuadas de la frontera. Y en Buri Ram, el ejército tailandés acusa a Camboya de disparar cohetes BM-21. Por suerte —o milagro— sin víctimas. Pero la frontera ya huele a pólvora, a nervios y a ministros que se culpan mutuamente con la coreografía de siempre.

El déjà vu es perfecto: hace apenas unos meses, cinco días de combates dejaron 43 muertos y 300.000 desplazados. Se firmó una tregua, llegaron las fotos con sonrisas diplomáticas, y Estados Unidos, China y Malasia hicieron de árbitros. Después vinieron los acuerdos de Trump: comercio, cooperación, papel firmado… y luego, como siempre, la realidad.

Tailandia suspendió todo tras la explosión de una supuesta mina. Phnom Penh gritó víctima. Bangkok gritó provocación. Murió un civil. Volvieron los tiros. Volvieron los reproches. Volvió el fantasma del pasado colonial francés, ese que dejó mapas borrosos y templos disputados como souvenirs mal embalados.

Y ahora estamos aquí: un conflicto que nadie necesita, que ninguno puede ganar y que ambos usan como si fuera un recurso renovable.

En el sudeste asiático, la historia no se repite: insiste.

✍️ ©️2025 El Testigo Invisible – All Rights Reserved


© 2025 SalaStampa.eu, world press service – All Rights Reserved – Guzzo Photos & Graphic Publications – Registro Editori e Stampatori n. 1441 Turin, Italy