
Estrasburgo – 7 octubre 2025.
Más de dos años después de ser detenida con grilletes en los pies por “lesiones graves y conspiración criminal” en Budapest, la profesora italiana Ilaria Salis ha sido salvada hoy por un solo voto del Parlamento Europeo.
Una historia que comenzó entre chinches y barrotes y terminó en la plenaria de Estrasburgo, con 306 votos a favor y 305 en contra, devolviendo a la política europea un aire de suspense propio de una serie judicial.
Chapter 1 – De las cadenas al escaño
Todo comenzó en el invierno de 2023.
Salis, entonces profesora en Monza y activista antifascista, viajó a Budapest para manifestarse contra la “Jornada del Honor”, un evento en el que neonazis conmemoraban la retirada de las SS ante el Ejército Rojo.
Terminó detenida junto a dos alemanes, acusada de golpear a tres extremistas.
La fiscalía húngara pidió 24 años de prisión, 11 si se declaraba culpable.
Pero los informes médicos mostraron que las heridas sanaban en días.
Durante 15 meses de prisión preventiva, la profesora fue tratada como una criminal de guerra.
El 29 de enero de 2024, cuando fue llevada al tribunal esposada de pies y manos, su imagen recorrió Europa.
“Me tratan como a un animal con correa”, escribió en sus notas desde la celda, donde dormía entre picaduras de chinches y apenas podía respirar.
El caso estalló.
La presión pública llevó a su arresto domiciliario y luego a su candidatura como eurodiputada por la Alianza de los Verdes e Izquierda.
Con 176.000 votos, Salis cruzó el umbral del Parlamento Europeo.
Pero Budapest no se rindió: pidió levantarle la inmunidad.
La Comisión de Asuntos Jurídicos (JURI) rechazó la solicitud el 23 de septiembre, declarando que se trataba de fumus persecutionis: persecución política.
El informe fue un golpe directo a la Hungría de Viktor Orbán.
Chapter 2 – El voto 306
El pleno de Estrasburgo decidió hoy mantener su inmunidad.
Salis escuchó el resultado en pie, con el puño cerrado, entre abrazos de sus colegas.
“Esta votación es una victoria de la democracia y del antifascismo. La resistencia funciona. Todos somos antifascistas”, declaró con voz entrecortada.
El húngaro Viktor Orbán estalló en redes:
“Bruselas protege a los suyos. Este voto secreto es una farsa del Estado de derecho”.
El fuego cruzado llegó también a Italia.
Matteo Salvini atacó:
“Es un truco del voto secreto. ¡Qué vergüenza para quienes se dicen de centroderecha y votaron para salvarla!”.
La réplica del ministro Antonio Tajani fue inmediata y afilada:
“No aceptamos calumnias. Nadie traicionó a nadie. En el voto secreto, cada uno responde ante su conciencia”.
Así terminó una sesión eléctrica, de apenas unos minutos pero de alto voltaje político.
Una votación que deja a Estrasburgo con olor a ozono y a Budapest con un cortocircuito diplomático.
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